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Proverbios :: Hay Verdadera Riqueza en la Palabra de Dios.
Cita BÃblica del dÃa de hoy: Proverbios 20:15.
Proverbios 20:15 Reina-Valera 1960
15 Hay oro y multitud de piedras preciosas; más los labios prudentes son joya preciosa.
Hay Verdadera Riqueza en la Palabra de Dios.
La imagen que se nos presenta, es de una gran pila de oro y piedras preciosas, tantas que nos impresiona su gran valor. Aquà se mencionan el oro y las piedras preciosas como sÃmbolo de riqueza, que desde tiempos antiguos y en la actualidad siguen siendo valorados por la sociedad, como muy valiosos.
Sin embargo, el versÃculo nos enseña que hay algo más valioso que estas cosas materiales: las palabras prudentes y quienes poseen labios prudentes. Las palabras que usamos, son valiosas, ya que por medio de ellas, nos comunicamos con los demás y con Dios y, transmitimos nuestros sentimientos.
Es por eso que, debemos poner atención no solo a lo que decimos, sino también a cómo lo decimos. Si pensamos antes de hablar, puede marcar la diferencia en la forma en que son recibidas nuestras palabras, además de que deben ser prudentes, verdaderas y amables, dando testimonio de que somos hijos de Dios.
Las Palabras de SabidurÃa están escritas en la Palabra de Dios, es decir, en la Biblia, quien la estudia y la aplica a su vida, tiene una gran riqueza para compartir. No se trata de ser diplomáticos, sino de compartir la riqueza de la verdad de Dios. Yo lo haré, Y ¿TÚ?, Te lo dejo de tarea.

El verdadero valor del anillo
Hacia el Siglo XII el maestro Agbar era reconocido por todos en Medina por su sabidurÃa.
A él concurrÃan muchos en busca de consejo y aliento. Yozzef hizo un largo viaje para llegar a la casa del Maestro y al llegar su turno le dijo:
- "Maestro Agbar, siento que la vida me da menos de lo que merezco...se que deberÃa estar mejor, ser más feliz, poseer más riquezas y sin embargo mi vida es mediocre y en el fondo poco placentera..."
- "Bien, bien..." -contestó el maestro- "Mira... en estos momentos tengo un problema yo, asà que te pido tu ayuda para resolverlo y luego podremos seguir con lo tuyo".
Yozzef se sintió sorprendido de que el maestro no tomase en cuenta su pregunta y le saliese con esta respuesta, pero no pudo menos que decir:
- "¿Qué necesita, maestro?"
- "Tengo que vender urgente este anillo por no menos de UNA moneda de oro... te pido que tomes tu caballo, vayas al mercado y lo vendas...pero NO ACEPTES MENOS de una moneda de oro!!"
Dicho esto, tomó el anillo de su dedo y se lo entregó a Yozzef quién
-bastante molesto, para qué negarlo- subió a su caballo y se dirigió al mercado a cumplir el encargo.
Una vez en el mercado Yozzef ofreció a la gente que pasaba el anill pidiendo el precio que el maestro le habÃa indicado.
No consiguió más que burlas de la gente...
- "Una moneda de oro por ese anillo!!!, Muchacho, tú sà que estás loco...te ofrezco tres de cobre y esta daga..."
La mejor oferta que recibió la obtuvo de una dama de buen aspecto quién envió su criado para que ofreciese una moneda de plata.
Horas después y ya cuando el mercado empezaba a cerrar, Yozzef agotado por el esfuerzo y totalmente decepcionado de tan ridÃculo encargo optó por regresar a la casa del Maestro.
En el viaje de regreso incluso pensó para sus adentros:
- "¿Será realmente Agbar tan buen maestro y sabio como se dice?... o sólo un viejo ñoño y ambicioso que pretende una moneda de oro por este pedazo de lata si valor?"
Al llegar dijo -con cierto tono de molestia en su voz -
- "Agbar...me desgañité en el mercado ofreciendo este anillo a todos los que pasaron, pero lo máximo que obtuve fue la oferta de UNA moneda de plata..."
- "Aha ?..." -dijo el maestro casi sin mirarlo a Yozzef- "...entonces hazme otro favor. Ve a la casa de Joyero Real que está frente a la Mezquita y dile a él que te indique el valor del anillo...pero NO SE LO VENDAS te ofrezca lo que te ofrezca...¿has entendido ?
Allà partió Yozzef a cumplir el nuevo encargo, decepcionado y con la sensación de que el viejo lo tomaba como un sirviente y para peor, no habÃa prestado aún ninguna atención a su consulta.
Al llegar al sitio indicado encontró al Joyero Real casi a punto de cerrar su negocio, con algunos ruegos consiguió que entrase nuevamente y analizase el anillo.
- "Y cuánto cree que puede valer esto ?" -preguntó Yozzef, convencido de antemano del escaso valor de la pretendida joya.
- "Bueno...la verdad es que...yo dirÃa..." -titubeaba el Joyero Real mientras miraba el anillo desde todos sus ángulos- "...digamos que podrÃa llegar a valer unas setenta monedas de oro...pero bueno, dado tu apuro yo podrÃa pagarte YA alrededor de cincuenta...cincuenta y tres máximo..."
La mandÃbula de Yozzef cayó dando a su rostro una estúpida imagen e impidiéndole articular palabra alguna.
Esto sin duda fue tomado por el Joyero como una hábil estrategia de regateo, ya que sin darle tiempo a recuperarse le dijo.
- "Esta bien, está bien...veo que eres un duro negociante, pero no tengo forma de conseguir más de sesenta y dos monedas de oro en este instante..."
Yozzef sin poder articular palabra aún, logró recuperar el anillo de la mano del Joyero -que se resistÃa a soltar la joya- y regresó a la casa de Agbar.
Al ver su rostro sorprendido Agbar le dijo:
- "Hola Yozzef, ¿qué te ha dicho el Joyero?"
- "Realmente no lo puedo creer...cotizó el anillo en 70 monedas de oro y llegó a ofrecerme 62 en ese mismo momento... quiere que regrese y se lo venda?"
- "No, Yozzef" -contestó el viejo mientras volvÃa a colocarse el anillo en su dedo- "conozco el valor del anillo y se trata de una joya más valiosa aún de lo que el pillo del Joyero te la cotizó...este anillo perteneció a Mustafá II ,
el Supremo Sultán, aquà está su sello y cualquier Joyero puede reconocerlo al instante"
- "Pero...no entiendo...¿ y por qué nadie en el mercado llegó a ofrecer más que unas pocas monedas de cobre por él?"
- "Porque, Yozzef, para advertir el valor de ciertas cosas hay que ser un experto. La gente en el mercado a lo sumo podrÃa advertir el brillo del oro o el tamaño de una piedra incrustada, pero ninguno de ellos reconocerÃa el Sello Real en el anillo"
Luego de invitar a Yozzef con un gesto de su mano a sentarse, Agbar prosiguió:
- "Lo mismo ocurre con tu vida...estás esperando que la gente te reconozca...o que el destino te favorezca y no adviertes que el verdadero valor lo da el "sello real" que todos tenemos dentro...regresa y saca provecho de tu vida NO por lo que los demás opinen o te den, sino por el verdadero valor de tu "sello real".

Ministerio Habacuc
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