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viernes, 23 de mayo de 2025

El verdadero valor del anillo



Hacia el Siglo XII el maestro Agbar era reconocido por todos en Medina por su sabiduría.

A él concurrían muchos en busca de consejo y aliento. Yozzef hizo un largo viaje para llegar a la casa del Maestro y al llegar su turno le dijo:

- "Maestro Agbar, siento que la vida me da menos de lo que merezco...se que debería estar mejor, ser más feliz, poseer más riquezas y sin embargo mi vida es mediocre y en el fondo poco placentera..."

- "Bien, bien..." -contestó el maestro- "Mira... en estos momentos tengo un problema yo, así que te pido tu ayuda para resolverlo y luego podremos seguir con lo tuyo".

Yozzef se sintió sorprendido de que el maestro no tomase en cuenta su pregunta y le saliese con esta respuesta, pero no pudo menos que decir:

- "¿Qué necesita, maestro?"

- "Tengo que vender urgente este anillo por no menos de UNA moneda de oro... te pido que tomes tu caballo, vayas al mercado y lo vendas...pero NO ACEPTES MENOS de una moneda de oro!!"

Dicho esto, tomó el anillo de su dedo y se lo entregó a Yozzef quién 

-bastante molesto, para qué negarlo- subió a su caballo y se dirigió al mercado a cumplir el encargo.

Una vez en el mercado Yozzef ofreció a la gente que pasaba el anill pidiendo el precio que el maestro le había indicado.

No consiguió más que burlas de la gente...

- "Una moneda de oro por ese anillo!!!, Muchacho, tú sí que estás loco...te ofrezco tres de cobre y esta daga..."

La mejor oferta que recibió la obtuvo de una dama de buen aspecto quién envió su criado para que ofreciese una moneda de plata.

Horas después y ya cuando el mercado empezaba a cerrar, Yozzef agotado por el esfuerzo y totalmente decepcionado de tan ridículo encargo optó por regresar a la casa del Maestro.

En el viaje de regreso incluso pensó para sus adentros:

- "¿Será realmente Agbar tan buen maestro y sabio como se dice?... o sólo un viejo ñoño y ambicioso que pretende una moneda de oro por este pedazo de lata si valor?"

Al llegar dijo -con cierto tono de molestia en su voz - 

- "Agbar...me desgañité en el mercado ofreciendo este anillo a todos los que pasaron, pero lo máximo que obtuve fue la oferta de UNA moneda de plata..."

- "Aha ?..." -dijo el maestro casi sin mirarlo a Yozzef- "...entonces hazme otro favor. Ve a la casa de Joyero Real que está frente a la Mezquita y dile a él que te indique el valor del anillo...pero NO SE LO VENDAS te ofrezca lo que te ofrezca...¿has entendido ?

Allí partió Yozzef a cumplir el nuevo encargo, decepcionado y con la sensación de que el viejo lo tomaba como un sirviente y para peor, no había prestado aún ninguna atención a su consulta.

Al llegar al sitio indicado encontró al Joyero Real casi a punto de cerrar su negocio, con algunos ruegos consiguió que entrase nuevamente y analizase el anillo.

- "Y cuánto cree que puede valer esto ?" -preguntó Yozzef, convencido de antemano del escaso valor de la pretendida joya.

- "Bueno...la verdad es que...yo diría..." -titubeaba el Joyero Real mientras miraba el anillo desde todos sus ángulos- "...digamos que podría llegar a valer unas setenta monedas de oro...pero bueno, dado tu apuro yo podría pagarte YA alrededor de cincuenta...cincuenta y tres máximo..."

La mandíbula de Yozzef cayó dando a su rostro una estúpida imagen e impidiéndole articular palabra alguna.

Esto sin duda fue tomado por el Joyero como una hábil estrategia de regateo, ya que sin darle tiempo a recuperarse le dijo.

- "Esta bien, está bien...veo que eres un duro negociante, pero no tengo forma de conseguir más de sesenta y dos monedas de oro en este instante..."

Yozzef sin poder articular palabra aún, logró recuperar el anillo de la mano del Joyero -que se resistía a soltar la joya- y regresó a la casa de Agbar.

Al ver su rostro sorprendido Agbar le dijo:

- "Hola Yozzef, ¿qué te ha dicho el Joyero?"

- "Realmente no lo puedo creer...cotizó el anillo en 70 monedas de oro y llegó a ofrecerme 62 en ese mismo momento... quiere que regrese y se lo venda?"

- "No, Yozzef" -contestó el viejo mientras volvía a colocarse el anillo en su dedo- "conozco el valor del anillo y se trata de una joya más valiosa aún de lo que el pillo del Joyero te la cotizó...este anillo perteneció a Mustafá II ,

el Supremo Sultán, aquí está su sello y cualquier Joyero puede reconocerlo al instante"

- "Pero...no entiendo...¿ y por qué nadie en el mercado llegó a ofrecer más que unas pocas monedas de cobre por él?"

- "Porque, Yozzef, para advertir el valor de ciertas cosas hay que ser un experto. La gente en el mercado a lo sumo podría advertir el brillo del oro o el tamaño de una piedra incrustada, pero ninguno de ellos reconocería el Sello Real en el anillo"

Luego de invitar a Yozzef con un gesto de su mano a sentarse, Agbar prosiguió:

- "Lo mismo ocurre con tu vida...estás esperando que la gente te reconozca...o que el destino te favorezca y no adviertes que el verdadero valor lo da el "sello real" que todos tenemos dentro...regresa y saca provecho de tu vida NO por lo que los demás opinen o te den, sino por el verdadero valor de tu "sello real".



La historia de "El verdadero valor del anillo" no es una parábola bíblica. Sin embargo, su moraleja sobre el autovalor y la percepción externa puede encontrar ecos y paralelismos en varias enseñanzas y pasajes de la Biblia.


La Moraleja de "El Verdadero Valor del Anillo" a la Luz de la Biblia

Aunque la historia del maestro Agbar y Yozzef no se encuentra en las Escrituras, su mensaje central resuena con principios bíblicos fundamentales sobre la identidad en Cristo, el valor intrínseco del ser humano y la importancia de no depender de la aprobación del mundo.

  1. Tu Valor Proviene de Dios, No de la Opinión Humana: Así como el anillo tenía un valor incalculable independientemente de la percepción del mercado, la Biblia enseña que nuestro valor no se basa en lo que otros piensan de nosotros, en nuestras posesiones o en nuestro estatus. Somos creados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:27), lo que nos confiere un valor y una dignidad inherentes. El apóstol Pablo lo expresa en Gálatas 1:10: "¿Busco ahora la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿O procuro agradar a los hombres? Si todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo."

  2. No Busques tu Identidad en el Mundo: Yozzef buscaba que "la vida le diera" y que los demás lo "reconocieran". La Biblia advierte contra buscar nuestra identidad o nuestro propósito en las cosas temporales o en la aprobación del mundo. En Romanos 12:2, se nos exhorta: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." La verdadera satisfacción y plenitud no se encuentran en las riquezas terrenales o en la fama, que son efímeras.

  3. El "Sello Real" que Llevamos Dentro es el Espíritu Santo: El maestro Agbar se refiere a un "sello real" interno. En el contexto bíblico, los creyentes son sellados con el Espíritu Santo (Efesios 1:13-14), que es una garantía de nuestra herencia y de nuestro valor como hijos de Dios. Este sello nos identifica como propiedad de Dios y nos da una seguridad que el mundo no puede ofrecer ni quitar. Es a través del Espíritu que podemos discernir nuestro verdadero valor y propósito divino.

En resumen, la moraleja de la historia, vista a través de la lente bíblica, es que nuestro verdadero valor no está en lo que el mundo nos ofrece o percibe, sino en quiénes somos en Dios y en el propósito que Él tiene para nuestras vidas. Como hijos amados de un Creador soberano, llevamos un "sello real" que trasciende cualquier valoración terrenal.

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