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domingo, 11 de mayo de 2025

Proverbios :: Bienaventurados los Pacificadores porque serán llamados Hijos de Dios.

Cita Bíblica del día de hoy: Proverbios 20:3.

Proverbios 20:3 Reina-Valera 1960
3 Honra es del hombre dejar la contienda; más todo insensato se envolverá en ella.

Bienaventurados los Pacificadores porque serán llamados Hijos de Dios.


En este versículo se nos habla de la importancia de evitar la contienda, la honra y la sabiduría están en abandonar el conflicto y los pleitos, mientras que los insensatos se involucran en peleas inútiles. Lo mejor es no meterse en conflictos para así evitar dolor y sufrimiento sin razón. 

En el sermón del monte, Jesucristo enseñó a sus discípulos que son “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” Mateo 5:9. Una de las marcas de los hijos de Dios debería ser el no provocar, ni prolongar la tensión y el conflicto, sino resolverlo.

Como hijos de Dios, debemos pagar el bien con bien y no responder a malas acciones con malas acciones, sino que, debemos entregar el problema en las manos de Dios, Él dijo: “Mía es la venganza y la retribución” Deuteronomio 32:35, ya que Él se ocupa del problema mejor que nosotros. 

Al calor del momento, es fácil dejarse llevar por la ira y caer en pleitos y discusiones sin sentido. Sin embargo, recordemos que hay más honor en mantener la paz que en ganar una pelea y tener siempre la razón. Hay más honor en honrar a Dios, amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Yo quiero ser un verdadero hijo de Dios, Y ¿TÚ?, Te lo dejo de tarea.


El mundo fue creado hermoso


A pesar del tiempo que ha pasado desde la creación, podemos contemplar mucha belleza en la tierra. Al estudiar la naturaleza te darás cuenta de lo hermoso que hizo Dios al mundo.

A Louis Pasteur, el famoso científico francés descubridor de la vacuna antirrábica y el método para purificar la leche, le gustaba contemplar las maravillas de la creación. Cierto día estaba en su laboratorio, donde pasaba muchas horas; uno de sus estudiantes entró al lugar para hablar con él. Pero cuando vio al científico con la cabeza inclinada y las manos juntas, el joven pensó que oraba, así que esperó en silencio hasta que ya pudiera hablarle.

Los minutos pasaron y entonces Pasteur cambió de posición. Entonces el estudiante se dio cuenta que su maestro no estaba orando, sino que observaba atentamente algo con el microscopio.

– Maestro no quise interrumpirlo porque creí que estaba orando
– Dijo el joven
– Estás en lo correcto —respondió Pasteur—. Platicaba con el creador del universo y le agradecía todo lo que ha hecho por mí, pero el me hablaba mediante sus obras sobre la belleza que ha creado para el hombre. ¿No te parece maravilloso?

«Dios hizo todo hermoso en su momento» Eclesiastés 3: 11

Dedica tiempo para ver la belleza que Dios hizo para ti. La encontrarás en las flores de diferentes formas y colores; en las aves, con sus trinos y plumajes característicos; en las estrellas, las colinas, los árboles, la sonrisa de un bebé. En fin, por dondequiera que mires, podrás ver todavía vestigios de la belleza original que Dios creó para que sus hijos e hijas fueran felices.

Conéctate con Jesús para que puedas prepararte y gozar de la belleza sin igual que habrá en la tierra nueva, en el Edén restaurado.

Señor, te entrego mi corazón en este nuevo día


Señor, te entrego mi corazón en este nuevo día que me regalas, por el que te doy gracias y te alabo. Te pido que lo llenes de tu amor, de tu paz, de tu alegría y de tu gracia. Que lo purifiques de todo pecado, de toda culpa, de todo rencor y de toda amargura. Que lo transformes según tu voluntad, que lo hagas más semejante al tuyo, que lo abras a los demás y que lo consagres a ti.

Señor, te entrego mi corazón en este nuevo día, y te pido que lo acompañes en cada paso, en cada decisión, en cada prueba y en cada bendición. Que lo sostengas con tu mano, que lo protejas con tu sangre, que lo ilumines con tu luz y que lo fortalezcas con tu poder.

Señor, te entrego mi corazón en este nuevo día, y te pido que lo unas al tuyo, que lo hagas arder de amor por ti y por los demás, que lo hagas fuente de vida y de esperanza, que lo hagas instrumento de tu obra y de tu gloria. Amén.



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