Señor amado, hoy no quiero fingir que todo está bien. No quiero aparentar una fortaleza que no tengo ni decir “estoy bien” cuando por dentro algo me pesa. Pero tampoco quiero quedarme atrapado en el dolor. Quiero levantar la mirada y recordarme que tengo un Padre que ve mis lágrimas, que escucha mis suspiros, y que se sienta a mi lado cuando todo parece derrumbarse.
Tú conoces los detalles que nadie más ve. Esos momentos en los que sonrÃo por fuera y lloro por dentro. Esas noches en que me cuesta dormir porque el corazón está inquieto, cansado, confundido. Pero justo ahÃ, en medio del caos, Tú apareces. A veces en un versÃculo, otras veces en una canción, o simplemente en ese susurro suave que me dice: “Estoy contigo”.
Y aunque no entiendo muchas cosas, una sà tengo clara: no estoy solo. Tú caminas conmigo, Tú me recoges cuando tropiezo, Tú secas mis lágrimas sin juzgarme. Gracias por no esperar que sea perfecto, gracias por abrazarme incluso cuando me siento roto.
Hoy no me voy a rendir. Hoy elijo confiar. Aunque haya nubes, creo que el sol sigue ahÃ. Aunque haya dolor, sé que estás trabajando. Aunque no vea el final, creo en tus promesas. Y si tú dices que un dÃa enjugarás cada lágrima… entonces voy a seguir adelante con fe, con esperanza, y con el corazón en tus manos.
Quédate conmigo, Señor. No me sueltes. Porque si estás a mi lado, todo se vuelve más llevadero. Gracias por tu amor que nunca falla. Gracias por tu paciencia, por tu ternura, por tu fidelidad. Hoy te necesito… y aquà estoy.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario