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lunes, 19 de mayo de 2025

El árbol confundido

 


Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.

Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: "No sabía quién era."

- Lo que te falta es concentración - le decía el manzano 

-, si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ve qué fácil es?

- No lo escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas. ¿Ves que bellas son?

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:

- No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución. No dediques tu vida a ser como los demás, quieran que seas. Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior. Y dicho esto, el búho desapareció.

- ¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...?, se preguntaba el árbol desesperado, cuándo de pronto, comprendió. Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:

- Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crece grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza a paisaje... Tienes una misión "Cúmplela". Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado.

Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.


La fábula del "Árbol Confundido" encuentra un eco profundo en los principios bíblicos, especialmente en aquellos que hablan sobre la creación individual, el propósito divino y la importancia de la autenticidad. La Biblia presenta la idea de que cada ser humano no es un accidente, sino una obra intencionada de Dios, con un diseño y un propósito únicos.

La Creación Intencional y el Diseño Único

La confusión del árbol al no saber quién era resuena con la lucha humana por la identidad. Desde una perspectiva bíblica, esta confusión se disipa al reconocer que somos creados de forma específica y con un propósito. El Salmo 139:13-14 dice: "Porque tú formaste mis entrañas; tú me tejiste en el vientre de mi madre. Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien." Así como el roble fue diseñado para ser un roble, no un manzano, este pasaje subraya que cada persona es una "obra maravillosa" con un diseño intrínseco. Intentar ser algo que no somos es ir en contra de esa creación divina.


Escuchar la "Voz Interior" como Guía Divina

El búho en la fábula le aconseja al árbol que escuche su "voz interior". En el contexto bíblico, esta "voz interior" puede interpretarse como la sabiduría que proviene de Dios, la conciencia guiada por el Espíritu Santo o la revelación del propósito divino a través de la oración y la lectura de la Palabra. Proverbios 3:5-6 nos exhorta: "Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas." El árbol dejó de apoyarse en los consejos ajenos y se abrió a una verdad más profunda, similar a cómo se nos anima a buscar la dirección de Dios para encontrar nuestro verdadero camino.


El Propósito y la Fructificación Auténtica

Cuando el árbol descubre que es un roble y que su misión es "crecer grande y majestuoso", dar cobijo y sombra, encuentra su verdadero sentido. Esto se alinea con la enseñanza bíblica de que Dios tiene planes y un propósito para cada vida. Jeremías 29:11 declara: "Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, declara el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza."

Además, la Biblia utiliza la analogía de los árboles y sus frutos para hablar de la vida y el propósito. Mateo 7:17-18 dice: "Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar buenos frutos." El roble no podía dar manzanas porque esa no era su naturaleza; su "buen fruto" era su majestuosidad y la sombra que ofrecía. Esto refuerza la idea de que somos llamados a dar fruto según nuestra verdadera naturaleza y el propósito para el que fuimos creados, sin compararnos con los "frutos" de los demás.


Lecciones Bíblicas del "Árbol Confundido"

  • Identidad en Cristo: Nuestra verdadera identidad no se basa en lo que hacemos o lo que otros esperan de nosotros, sino en quiénes somos en Cristo, como creaciones únicas y amadas de Dios.
  • No a la Comparación: La Biblia desaconseja la comparación, que a menudo lleva a la envidia o al orgullo. Gálatas 6:4 dice: "Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse solo respecto de sí mismo, y no en lo ajeno."
  • Cumplir el Llamado Individual: Así como el roble tenía una misión específica, cada creyente es llamado a usar sus dones y talentos únicos para la gloria de Dios y el beneficio de los demás, en lugar de intentar ser alguien que no es.

La historia del "Árbol Confundido" es una hermosa parábola que, aunque no es bíblica en sí misma, ilustra poderosamente principios fundamentales que encontramos en las Escrituras sobre el autoconocimiento, el propósito divino y la libertad que se halla al abrazar nuestra auténtica identidad.

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